El futuro cryptocapitalista: oportunidad y necesidad

Abstract: El capitalismo está metamorfoseándose. Aparecen las cryptos, una nueva potencial confucionista, capitalista y comunista a la vez. El poder del dólar está amenazado por múltiples frentes. Hay una agenda oculta para el control de la población mediante la recopilación y análisis de datos de la población. Las desigualdades mundiales son cada vez más notorias y transparentes. En este entorno, un nuevo sustrato cryptocapitalista podría ser la única salvación del capitalismo y la ética que lo representa más fielmente. 

Desconfianza en el dinero fiat

En el tiempo presente se percibe cierta pérdida de confianza en el dinero fiat, con un alto temor a una elevada inflación, si no estanflación, después de años de ingente impresión de dinero. Además, en muchos países la banca agoniza por una regulación cada vez más exigente, pero también porque el apetito por el crédito es menor y la creación de dinero ya no es monopolio de la banca tradicional.

 

El poder menguante del dólar

Adicionalmente estamos presenciando el fin de la hegemonía geopolítica del dólar. No solo por los intentos del imperio renaciente chino de convertir el yuan [digital] como nueva divisa de reserva internacional, sino porque se está probando que existe un sustituto viable como reserva de valor: el llamado oro digital, o como decía el whitepaper fundacional, «Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System», por Satoshi Nakamoto.

 

No hemos llegado al punto de que esté ocurriendo que suben las cryptos porque hay inflación a la vez que hay inflación porque suben las cryptos (el tamaño de las cryptos es todavía moderado: como 2 veces el PIB de España), pero la impresión de dinero motivó a gente como «Satoshi Nakamoto» a crear un dinero privado que funcione al margen de cualquier autoridad central que pueda manipular su oferta emitiendo cada vez más y más dinero.

 

Una gran transferencia de riqueza

Pero sí que ya se puede estar produciendo una gran transferencia de riqueza desde un mundo caracterizado por la oxidación y la corrupción (del papel moneda), a uno nuevo (las criptomonedas) basado en la pureza, claridad e inmutabilidad, que los antiguos asociaban al éter (independientemente del tipo de personas que inicialmente las usaban: en la ruta de la seda…).

 

La revolución crypto

Lo que hizo Satoshi Nakamoto fue un logro espectacular: un libro mayor distribuido de anotaciones (transacciones) criptográficas que impide la manipulación y el problema del doble gasto mediante la exigencia de un enorme poder computacional distribuido para la resolución aleatoria de problemas de encriptación: una invención técnica (aunando tecnologías que ya existían) que hizo escaso lo que por definición era de lo más multiplicable (lo digital, lo virtual…) o bien manipulable (un registro electrónico de transacciones que hasta entonces se basaba en la autoridad y reputación de quien gestionaba las bases de datos: bancos, brókers…).

 

Y no solo esta nueva técnica convertía en escaso lo indefinidamente copiable, sino que le daba la vuelta 540º. Porque no genera un ente que pueda ser simplemente escaso, como escaso pueda ser el oro: el oro es solo relativamente escaso, mientras que el Bitcoin lo es absolutamente, porque la cantidad máxima de bitcoins es definida y exacta. Sube el precio del oro, y se lanzan nuevos proyectos mineros… que causan que su escasez sea menor. La escasez del oro es en cierta manera elástica: literalmente «sky is the limit» porque en el universo hay incuantificable oro. Los últimos 10 años el oro no ha subido… mientras el Bitcoin se ha multiplicado por miles de veces.

 

No significa que el oro no vaya a revalorizarse después de una década estancada [pues ya subió mucho los años previos] ni que el Bitcoin no se desplome. Resultados pasados no garantizan retornos futuros (debería el dólar sufrir de hiperinflación para mantener el ritmo), pero los bitcoins son los que son y los que serán son los que se prevén de antemano… y muchos se pierden por errores de envío y por pérdida de las claves que permiten acceder a las wallets que «los contienen» (esto es en un sentido figurado: no existen esas wallets, solo claves, que quien las conoce, tiene el poder de hacer ciertas transacciones). El incógnito Satoshi Nakamoto inventó la escasez absoluta de la casi nada: la hizo [casi] solo con signos, palabras y codificando. Y logró que valiera billones.

 

La revolución Defi

Y si el Bitcoin (2009) fue una proeza técnica que fue capaz de crear una superescasez artificial en lo virtual por vez primera, otra maravilla fue Ethereum (2015): la red de las finanzas descentralizadas, al margen de cualquier autoridad y Estado, del todo incensurable, inembargable, e inconfiscable. Se trata de una red descentralizada que no solo registra públicamente transacciones de transferencias de una dirección a otra, como hace el Bitcoin, sino transacciones mucho más complejas: los denominados «contratos inteligentes» (lo que no significa que piensen ni que sea inteligencia artificial, sino que solo se trata de transacciones más elaboradas que el simple enviar y recibir monedas). Contratos inteligentes que pueden crear una crypto nueva de la nada (los tokens ERC20), o establecer condiciones: pago de intereses, etc. Por eso si el Bitcoin es el dinero duro digital, Ethereum fue la primera red de finanzas descentralizadas (a.k.a «Defi») y una especie de Registro de la Propiedad descentralizado y sin funcionarios.

 

Tan descentralizadas que te puedes reír de la denominada «desregulación financiera» de los 80-90… Y en esto es tan importante la invención de las «pools» de liquidez con AMMs (automatic market makers) por Bancor y Uniswap en 2018 como la creación del Bitcoin y Ethereum ya mencionados. Estas pools de liquidez permiten que cualquiera pueda crear una moneda propia de la casi nada… solo aportando liquidez de otra moneda preexistente como contraparte. «Pool» (que significa piscina) de liquidez, porque literalmente lo que hacen es mezclar igual cantidad de valor de un par de tokens: un token ya muy líquido junto con otro (por ejemplo el token recién creado y menos líquido), ampliando la liquidez conjunta. De esta forma, ahora cualquiera puede crear una moneda (token) y valorarla al valor que quiera ¡de la nada! Eso permite «la rentabilidad infinita», resultante de dividir algo entre 0 (de coste marginal 0: Rifkin).

 

Lo que cambiará es la magnitud de la liquidez y la demanda que sea capaz de atraer el token, pero nunca ha sido tan fácil «crear mercado», que asegure que siempre alguien pueda comprar y vender de esa moneda (token). Una acción en bolsa puede valer millones en capitalización, pero apenas tener liquidez, con un elevado «spread» (diferencia entre las órdenes de compra y venta), y en cambio, esto no es así con los tokens que tienen pools de liquidez (solo se genera un impacto sobre el precio, que dependerá del tamaño de la pool, pero la liquidez es constante). Y estos tokens se negocian automáticamente [junto con otros] en los llamados DEX (exchanges descentralizados o brokers sin sede) y «Defi»: finanzas descentralizadas, o banqueros algorítmicos impersonales. Por eso decía lo de ríete de la desregulación financiera… porque las Defi funcionan sin regulación ni humanos, solo Web 3.0 y blockchain: son pura regla algorítmica, pero al margen de cualquier regulación ni Derecho: simplemente funcionan.

 

Cryptocapitalismo, una nueva ética del capital

Es cryptoanarcocapitalismo puro. El regreso del dinero privado. Y el dinero de la responsabilidad individual. Resuena a ética protestante (Max Weber). Pero es que es tal cual: sabes las claves, eres el dueño; no lo sabes, no puedes hacer transacciones. No puedes reclamar a nadie. Y todo funciona de modo encriptado, sin nombres, identidades ni autoridades. Nunca una información fue tan inmediatamente poder.

 

¿Entonces esto de las criptomonedas es una amenaza para el capitalismo o una oportunidad? Desde siempre el capitalismo se abre camino mediante destrucción creativa (Schumpeter) por allí donde se atisba una ganancia. Y ciertamente supone una cierta amenaza o competencia para el capitalismo que conocemos, basado en el dinero fiat, y de la banca tradicional, pero ésta, si quisiera, podría también aprovechar las nuevas oportunidades como nadie.

 

Nuevas oportunidades

¿Cuáles son las nuevas oportunidades? Lo más fácil y menos revolucionario es crear colecciones de NFTs (por marcas reconocidas o con valor histórico), o fan tokens como ha hecho el Barça, el PSG, el City, la Juve, el Milan, la Lazio, Universidad de Chile… Pero nada impide que lo pueda hacer un equipo de una división inferior… cualquiera. ¿Pero acaso no podrían lanzar su fan token Universidades privadas líderes mundiales como ESADE o IESE, para obtener financiación para proyectos y becas?

 

Hasta ahora el mundo crypto ha sido dominado, además de por Bitcoin y los fundadores iniciales de Ethereum, por empresas y fondos de capital semilla como Binance, Coinbase, Digital Currency Group, Pantera Capital, Polychain… Pero el poder financiero y empresarial tradicional tiene mucho que decir todavía. Éste puede ver al mundo crypto como una amenaza (es normal ver así a cualquier desafío ante el statu quo), pero debería verlo como una oportunidad. Más que nada porque es una tecnología mejor, cuyo producto no se oxida, y que ha venido para quedarse. ¿Acaso el poder tradicional puede luchar contra esta nueva revolución técnica-financiera? Se puede frenar. Y el miedo paraliza. Pero es incensurable (mientras exista internet), y en cualquier caso no solo es una oportunidad (un grupo de frikis han creado una tecnología revolucionaria pero «open source», y que  pueden «aprovechar» otros), sino una necesidad para el capitalismo. Si no puedes luchar contra tu enemigo, únete a él, y colabora.

 

Un cambio profundo en las finanzas y sus modelos

¿Qué es lo más profundo de esta revolución técnica-financiera? Que las empresas ya no se valorarán por DCF (actualización de los flujos de caja futuros, es decir, según el beneficio), sino por su capacidad de generar proyectos crypto atractivos: de crear dinero privado. Y aquí es donde el sistema financiero y empresarial tradicional tiene mucho que ofrecer con una gran ventaja competitiva. Ciertamente el Bitcoin (y las crypto) propone un sistema monetario privado no basado en deuda, que compite con el sistema bancario tradicional. El dinero, desde hace siglos hasta el presente, ha sido básicamente un producto de los bancos, con sus depósitos que se asimilan al dinero; y el sistema de pagos igual (bancos, más VISA, Mastercard, PayPal…). Bitcoin prescinde de estos intermediarios tan poderosos, y unifica la creación del dinero con el sistema de pagos, reemplazando con complejos códigos toda autoridad e intermediarios. Pero si en vez de verlo como un enemigo que se puede derrotar, ven que pueden sacar rédito de esta tecnología inevitable, y asimismo salvar el capitalismo, quizás se replanteen su adopción. Aun así es complicado que los gigantes que fueron dominantes en un ámbito, reaccionen lo suficientemente rápido para adaptarse a los cambios de ambiente que vendrán (Kodak, Nokia, Sega, PanAm…).

 

Una aceleración del capitalismo para salvarlo

El cryptocapitalismo implica llevar el capitalismo a su límite superior porque permite técnicamente hacer realidad la consigna del «nada sin [su] precio». Un límite aceleracionista que un marxista diría que es la antesala a su muerte «de éxito». Pero las crypto, de inspiración anarcocapitalista-cyberpunk, no hacen sino hacer al capitalismo tan resistente a cualquier burguesicida, como inmutable e incensurable pueda ser la cadena de bloques: solo Corea del Norte puede aislarse de una revolución financiera como esta. Para que el capitalismo se pueda salvar, necesita que la plusvalía de la que hablaba Karl Marx no sea ni evidente ni calculable, sino críptica y subjetiva —si alguna vez llegó a ser objetiva.

 

Los capitalistas acabarán devorados por el fantasma del comunismo, que siempre acecha y recorre Europa, por más que hoy a muchos les parezca que ande muerto, si no son capaces de encriptar la plusvalía y capitalizar la innovación más extraordinaria de lo que llevamos de milenio. Si internet hackeó las mentes, las cryptos hackearán el funcionamiento del sistema capitalista. El beneficio no será ya tan determinante como la capacidad de las entidades y empresas de generar dinero privado. Las cryptos son, por lo tanto, una oportunidad: tanto para las empresas como para mejorar la eficiencia general, así como para poder salvar el capitalismo de sus enemigos. Lo que los griegos llamaban un «pharmakon», que tanto puede curar-potenciar, como envenenar, según la dosis y el paciente.

 

Cryptocapitalismo o muerte

El capitalismo tiende a ponerle precios a todo, y las cryptos permiten técnicamente la tokenización total del mundo, y luego, las pools de liquidez se encargan de extender la liquidez, haciendo líquido el mundo entero… Todo lo sólido se desvanece en el aire, decía Karl Marx en su Manifiesto Comunista. Se hace añicos. Pero en la era crypto, todo lo sólido se vuelve líquido, y lo virtual, real (lo etéreo). Y en este proceso tan totalizador y omniabarcante a la vez que críptico (todo queda registrado pero sin identidades reales), cualquier reversión es imposible, y se impide que el comunismo pueda re-centralizar y capturar lo que se esconde en el Metaverso y que es por esencia, críptico, e imposible de confiscar. Crypto significa «communism resistant».

 

Es o lo crypto, o el  comunismo. Encriptarse, o morir [devorado por los propios hijos del capitalismo: el exceso de información y la capacidad de centralización que las TIC proporcionan]. Está en manos de los capitalistas elegir si plata [digital] o sangre real.

 

 

 

Este documento fue escrito originalmente en octubre de 2021 y representa un NFT y es también representado por un NFT. En consecuencia, el texto contenido queda registrado permanentemente en la blockchain. Este NFT fue gratuitamente puesto a disposición de los asistentes a un encuentro donde era ponente, quedando numerado y reservado para su envío a la dirección Ethereum que se indique cuando su propietario lo solicite. Teléfono de contacto [véase en contenido bloqueado].  
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